La prudencia justicialista
La prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales. Las otras tres son justicia, templanza y fortaleza. Nos ayuda a elegir el camino correcto. El hombre prudente es el que asume una conducta adecuada a las circunstancias, preservando sus convicciones. A menudo se confunde prudencia con moderación. El moderado hace del conflicto una oportunidad de encuentro. Privilegia las coincidencias. Prescinde de la imposición. Prudencia y moderación se complementan. En política la moderación se asocia al centro. También son moderadas la centroderecha y la centroizquierda. Las “ultras” son intempestivas. Un dirigente “ultra” se escucha a sí mismo, golpea la mesa, pega un portazo, profundiza el conflicto para lograr su objetivo. El prudente buscará la moderación y saldrá airoso con diálogo, debate y propuestas superadoras. Aunque acepte iniciativas del adversario. En democracia hay de todo, nadie queda excluido, siempre y cuando se salvaguarden los límites de la legalidad. El Justicialismo se apresta a ocupar institucionalmente el lugar que la soberanía popular le ha asignado: la oposición. Pero todavía no ha definido qué tipo de oposición ejercerá. Enfrente tiene un gobierno legitimado por el 56% de los votos, que ganó en 20 de las 24 provincias argentinas. Un gobierno de definida coloratura ideológica liberal. Aunque calificada incorrectamente por la progresía decadente. El liberalismo es antifascista, enemigo del Estado. De ahí, su obsesión por el ajuste fiscal y la jibarización de las estructuras jurídicas públicas. Definir su papel opositor y conceptualizar sin equívocos al oficialismo, es la tarea pendiente del Partido Justicialista. Por eso, el liderazgo pluralista de Gustavo Menéndez genera fuertes expectativas en amplios segmentos del movimiento fundado por Perón. «Todo a su medida y armoniosamente», suele repetir el jefe comunal de Merlo. Con prudencia y moderación. La díada constructiva para volver. Leales.
Horacio E. Poggi