26 de diciembre de 2024

Una novela libertaria

Así como no veo razones relevantes para objetar la difusión en la escuela secundaria de las novelas Las Primas y Cometierra, que no pertenecen al género pornográfico y podrían ser leídas sin inconvenientes por adolescentes de 15 o 16 años (aunque seguramente pocos de ellos se interesarán en leerlas), debo decir que ese no me parece el caso de Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara.

El Martín Fierro es la epopeya nacional construida alrededor de la figura del gaucho por José Hernández, el gran poeta, político y militar antimitrista defensor de las Montoneras Federales en el siglo XIX. Lo que hace Cabezón Cámara es «deconstruir» (o sea, destruir) esa epopeya fundante de la identidad nacional-popular: Martín Fierro es presentado como un «negro sucio», golpeador y pedófilo que se enamoró del sargento Cruz, quien por medio del sexo anal «le hizo el favor de permitirle ver a Dios». José Hernández aparece como un viejo borracho, racista y torturador.

Aunque la novela está salpicada de párrafos que relatan con lenguaje procaz las relaciones sexuales lésbicas entre la protagonista y su protectora y amante inglesa (los ingleses, al igual que los indígenas, son «perdonados» por la mirada paródica de la autora), lo más criticable es la funcionalidad del mensaje «queer» para los objetivos del capital financiero transnacional. La expansión globalista necesita derribar las barreras identitarias, construyendo subjetividades sin historia y sin valores, conciencias vacías fácilmente manipulables a través de la publicidad y el consumismo. Lo que Milei hace en el plano económico-social, la novela «queer» lo hace en el plano socio-cultural. En este sentido, Las aventuras de la China Iron es una novela típicamente «libertaria». Ojalá a ningún docente se le ocurra difundirla entre sus alumnos.

Gabino Correa

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