Nerón Vuelve

La Argentina ha ingresado institucionalmente en un terreno pantanoso. El presidente está desesperado por ocultar el escándalo de la criptomoneda $Libra, de alcance internacional y efecto bola de nieve. Entonces, quiere apagar el fuego con un balde de nafta. A cuatro días de inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso Nacional, se le ocurre nombrar por decreto y en comisión a Ariel Lijo y Manuel García Mansilla, echando mano del artículo 99, inciso 19, de la Constitución Nacional. Una burla de mal gusto republicano. El repudio es generalizado. Dejando de lado a la oposición, que por sí misma aprovecha este horror institucional, las corporaciones empresarias salieron al cruce y reclamaron seguridad jurídica para atraer inversiones y potenciar la economía, que amaga con despegar a duras penas. Porque el ruido político puede derrumbar el plan libertario, acelerar la inflación, disparar el dólar y precipitar una explosión callejera. Esto ocasionaría un estallido económico-social impredecible.
El «decretazo» que designa a los jueces cortesanos refuerza la pátina autoritaria del Régimen y, por más que Milei amarre su suerte a la de Donald Trump, si continúa consumando atrocidades antidemocráticas, seguramente los resultados que le sirven para conseguir apoyo externo se derrumbarán. Las investigaciones judiciales, tanto en nuestro país como en el exterior, llevarán meses por lo engorroso de los trazados digitales, muchos de ellos borrados, perdiéndose pruebas de manera irreversible. El problema es otro: la pérdida de imagen de rockstar en caso de que se descubra que hubo dolo en la difusión del pavoroso proyecto financiero.
De todos modos, quienes se apresuran en condenarlo solo logran un efecto mediático sin alcance en los tribunales. Además, asoma lejana una investigación del FBI luego de la exitosa incursión de Milei en los Estados Unidos. Guste o no, Trump le dio cobijo. Algunos dirán que es un genuflexo, y tal vez sea correcto. Sin embargo, en el actual esquema de poder mundial, Milei liga bastante seguido el as de espadas. Dentro de pocas semanas, las especulaciones dejarán lugar a la realidad concreta; hoy, la vocación pirómana de Milei queda en evidencia. Avasalla la institucionalidad, se lleva por delante la Constitución, agrede a propios y ajenos, y cree que puede convertir la democracia en una autocracia. Por eso, las luces que se ven en el horizonte no son reflejos que prenuncian una tormenta, sino llamas dispuestas a devorar la República.