12 de marzo de 2025

Terroristas y subversivos

Durante la última dictadura cívico-militar que comenzó el 24 de marzo de 1976 con el golpe de Estado, se produjo una significativa reconfiguración de los términos «subversión» y «terrorismo». La Junta Militar, liderada por Videla, Massera y Agosti, justificó la toma del poder bajo el pretexto de «terminar con el caos» y combatir la supuesta amenaza subversiva. Aupados en la antipolítica derrocaron a Isabel Perón y dieron inicio al período más sangriento de la historia argentina.

Antes del golpe, «subversión» y «terrorismo» tenían connotaciones específicas, generalmente asociadas a actividades insurgentes y violentas contra el orden constitucional. Sin embargo, los militares expandieron y manipularon estos términos para incluir a cualquier persona u organización percibida como una amenaza potencial al régimen. Así, estudiantes, intelectuales, sindicalistas y ciudadanos comunes se convirtieron en blancos de la represión por el solo hecho de defender ideales transformadores.

El uso del término «subversivo» se amplió de manera deliberada para englobar a aquellos que simplemente disintieran de la dictadura, mayoritariamente alistados en el Movimiento Nacional Justicialista. Este estigma permitió a los represores justificar detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones forzadas y asesinatos bajo el manto de una «guerra sucia» contra enemigos internos, según los dictados de la Doctrina de la Seguridad Nacional importada desde los Estados Unidos de Norteamérica.

Asimismo, el concepto de «terrorismo de Estado» emergió como respuesta a las atrocidades cometidas por el partido militar liberal. A través de este término, se destacó cómo los chacales uniformados convirtieron al Estado en el principal perpetrador de violencia y terror, utilizando el aparato público para ejecutar una campaña sistemática de violaciones a los derechos humanos.

La reconfiguración de estos términos reflejó la estrategia del régimen para deslegitimar cualquier oposición y mantener el control a través del miedo y la represión. Así, lograron implantar un plan económico antipopular y vendepatria, que la resistencia peronista, aun en desigualdad de condiciones, enfrentó en los terrenos de la lucha popular y democrática. Años después, durante el regreso a la institucionalidad y las investigaciones sobre los crímenes de la dictadura, quedó claro el devastador impacto que tuvo esta manipulación lingüística en la sociedad argentina. Nunca más.

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