Cristina Presidenta
Tiempos políticos complejos, desafiantes, intensos. Cada dirigente debe asumir la responsabilidad que la historia le ha asignado. No hacemos apología del mesianismo ni nos dejamos arrastrar por el pensamiento mítico. Es mucho más simple y está arraigado en el sentimiento popular, siempre un paso adelante de las elucubraciones intelectuales. Mientras los analistas ensobrados de los grupos económicos se devanan por encontrar claves interpretativas, y las encuestas acaparan la atención del círculo rojo (es decir, la minoría supuestamente informada y con poder decisional), por abajo emerge el liderazgo epocal, inclusivo, representante del patriotismo, de los sectores agredidos, del federalismo vulnerado, del Movimiento Nacional actualizado en sus valores permanentes y en su capacidad transformadora, que demanda la movilización de las energías creativas y de las fuerzas integrantes de la comunidad organizada.
En este ambiente convulsionado, de resistencia masiva a la entrega de los resortes soberanos del Estado y de empobrecimiento general, con un ataque inaudito a la institucionalidad democrática y a sus bases de sustentación, entre ellas, la libertad de expresión, las recientes y multitudinarias marchas en defensa de la universidad pública han sintetizado el clamor del momento. En dicho clamor van incorporados los reclamos de los trabajadores, de los desocupados, de la clase media en descenso. Esta dinámica demanda una conducción peronista a la altura de las circunstancias, por encima de cualquier interés individual. Evita señalaba que “como peronistas no tenemos más ideología que la Patria misma”. Y en sintonía con la tercera posición doctrinaria de Perón que sigue haciendo estragos en el frente cultural oligárquico, con la experiencia de una década ganada y la irrenunciable vocación militante, mucho no queda por esperar.
El Partido Justicialista Nacional se apronta a la renovación inminente de su horizonte directivo y ese horizonte se ilumina, el amanecer está llegando. Los peronistas del conjunto sindical, territorial y partidario proclaman a viva voz: Cristina Conducción, Cristina Presidenta. Por mandato histórico y representación del Proyecto de Nación heredado de los próceres de la Revolución originaria, de los fundadores del Peronismo, de Néstor, de las 30.000 banderas que flamean y se plantan contra cualquier coloniaje. Es Cristina. Es Gustavo. Volveremos, cueste lo que cueste.
Cabecita Negra