26 de diciembre de 2024

Vandalizan escuelas, destruyen el futuro

Carnavales negros. El robo y el daño ocasionado a varios establecimientos educativos de Mariano Acosta y Agustín Ferrari (EP 20, EP 32, EP 25, EP 46, ES 66, ES 53) nos deja perplejos. Impotencia. Indignación. Ganas de hacer justicia por mano propia. Sería peor el remedio que la enfermedad. Nos desahogamos un poco. Reflexionamos en voz alta. Encorsetar esta tragedia social a la inseguridad nuestra de cada día, o apuntar con el índice acusador a la Provincia, a la Nación, implorar castigo duro o descargar diatribas contra el permisivismo progresista, no resuelve nada. El problema es cultural. Y no pateamos la pelota afuera para exculpar a funcionarios amigos. Tampoco intentamos diluir responsabilidades. La complejidad del asunto nos obliga a ponderar los diversos factores que finalmente determinan la ola delictiva que atenta contra la libertad, el patrimonio público y la propiedad de los bonaerenses. ¿Cómo salimos de este atolladero? ¿Se puede hacer algo rápido y efectivo? ¿Cuántas reformas a los códigos penal y procesal se han probado? Bajar la edad de imputabilidad, endurecer penas, construcción de cárceles y alcaidías, sacar a los detenidos de las comisarías, falta de rigurosidad en la aplicación de la ley… Las cámaras y las alarmas ya no frenan a los delincuentes. La Policía no da abasto. El consumo de sustancias ilícitas es otro componente del panorama desolador. ¿Roban para comer o para drogarse? Menores de edad que asesinan a sangre fría o golpean salvajemente a abuelos, niños y mujeres. A cualquier hora del día. Impunidad. ¿Hasta cuándo? La calle es un infierno. El ajuste brutal del Gobierno Libertario es caldo de cultivo para que la progresía militante considere víctimas del sistema capitalista a los victimarios. ¡Déjense de joder! Basta de ideología de género, de adoctrinamiento berreta y la mar en coche. Empecemos a retomar la escala de valores tradicionales y a recuperar los deberes ciudadanos. No son todos derechos, también hay obligaciones. La vida en sociedad funciona de ese modo. El que las hace, las tiene que pagar. Las nuevas generaciones se han “educado” con serias dificultades para comprender textos y resolver operaciones matemáticas básicas. Deploramos las generalizaciones, pero hemos observado que algunas teorías pedagógicas instan al maestro a “aprender” de sus alumnos que no saben nada. ¿Qué puede salir mal? Barajar y dar nuevo. Ponerle punto final a la decadencia de un sindicalismo abusador. Y reconocer que la escuela no es solo el edificio sino la gente que está dentro. Vamos mal porque estamos muy mal como sociedad. En la medida que gobernantes, expertos y docentes de todos los niveles permanezcan rehenes de un modelo educativo fracasado, adolescentes y jóvenes seguirán vandalizando escuelas. Destruyendo el futuro. Sarmiento llora.

1 pensamiento sobre “Vandalizan escuelas, destruyen el futuro

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