Tula
¿A dónde vas con este sol? Febrero 7 es una caldera. Y al Tula se le ocurrió salir de viaje. Pasado el mediodía. Dicen que vino su Ángel de la Guarda y se lo llevó de la mano. Como si fuera un niño. Partió a lo grande, sin un quejido. Tal vez sonriendo. Dejó de herencia la amistad desparramada en miles de familias obreras. Sembraba Lealtad en los cuatro puntos cardinales. Sabía ponerle el pecho con maestría a la tristeza y hacía sonar el parche en las tribunas del Pueblo y en multitudes peronistas movilizadas. Los sindicatos son de Perón. Y el bombo del Tula, ¡también! Regalo del General. Trofeo de mil batallas compañeras. De apretar los dientes en las malas, de celebrar en las buenas. La Generación del 83 no concibe un acto peronista sin el bombo del Tula. Era un poco de todos y se repartía multiplicándose en asados, peñas, charlas, unidades básicas, sindicatos… Movimientista al mango. Lo vimos quedar afónico puteando a los milicos, en la Plaza de Malvinas aclarando los tantos, en la batalla del 16 de Diciembre, en la campaña entera de Luder Presidente. Él arrancaba y atrás venía el coro popular atronador. Luego fue el turno de Saúl Querido. Infaltable. Trepado en las alturas de la militancia. Y volvimos con Carlos y el Tula firme. La celeste y blanca bien puesta. En cualquier parte del país y del mundo. Canalla hasta los huesos. Hijo dilecto de Arroyito. Siempre hincha, nunca barrabrava. Cara de pibe travieso. Imborrable. Picardía eterna de la calle. Astucia de echar la falta envido pelado. Y correr a los ingenuos con la parada. Guapeaba la malaria sin cerrar los ojos. Pero qué ocurrencia, hermano del alma. Irse ahora. Con este sol. De todos modos, dejó las directivas. Que los bombos sean truenos de rebeldía nacional. Que la Plaza se llene de peronistas. Que los únicos privilegiados son los niños y los abuelos. Que nadie joda con Perón. Que no nos olvidemos de Isabel. Que la Cegeté es la columna vertebral. Que la Marcha es el Himno Inmortal del Movimiento… Entre nosotros, me parece que se fue de mentirita. Desconfío. Porque queda sonando el bombo. El suyo. El más grande. Como su corazón de fuego peronista. Inapagable. Solidario. Compañero.
Cabecita Negra