Legitimidad líquida
Javier Milei está logrando una proeza política. La dispersión circunstancial del Peronismo comienza a ingresar en una etapa de ordenamiento impensado. Las diferentes líneas internas convergen empujadas por la torpeza libertaria. Parafraseamos a Borges: No los une el amor sino el espanto, será por eso que se unen tanto. Carente de un liderazgo unificador –excepto Cristina Kirchner, aunque voluntariamente “retirada”- el Movimiento Nacional Justicialista despierta del corto letargo al que lo había condenado el balotaje del 19 de noviembre. ¿El fracaso estrepitoso de la ley Bases en Diputados fue un imponderable? A juzgar por las derivaciones en la interna peronista, sí. Daban por seguro, en los corrillos del Congreso, que la ley salía. Sucedió a la inversa. Falta dilucidar la continuidad del ordenamiento exprés del Peronismo. La metodología adecuada que garantice amplitud federal y coherencia teórica. El papel del sindicalismo devenido conductor en los hechos de la resistencia al ajuste. Entretanto, los libertarios descartaron remover a Osvaldo Giordano, titular de la Anses y a Flavia Royón, secretaria de Minería. Giordano pertenece al cordobesismo y Royón se alista en las filas del gobernador salteño Gustavo Sáenz. Sectores que no acompañaron al oficialismo en Diputados. Así, el perfil de unidad nacional del ministerio libertario mantiene su coloratura, un poco desteñido por la crisis imperante y la postergada cacería de “traidores”. ¿Milei permanecerá refugiado en las redes sociales, exigiendo poderes extraordinarios por la foto del 56%? La sociedad pluralista contemporánea nunca da cheques en blanco. La legitimad líquida desafía a los líderes democráticos del siglo XXI. Y se renueva mediante políticas públicas eficaces. Dinamitar puentes es una de las formas de suicidio institucional de los improvisados. La faena destructiva –ataques violentos contra los que piensan distinto- ha sido consumada. Otro Presidente que duerme.