26 de diciembre de 2024

Ya se siente…

Fue un paseo. La actitud abrumadora de Sergio Massa en el debate de anoche confirmó que es un estadista. Habla con propiedad, es convincente, le sobra paño. Con una clara estrategia ofensiva, el candidato de Unión por la Patria dejó en evidencia las contradicciones y debilidades de Javier Milei que solo atinó a refugiarse en una precaria defensa dialéctica, al solo efecto de mantenerse emocionalmente estable. Milei no pudo sacar ventaja en ningún tema. Porque Massa no lo dejó. Es cierto, Milei es un amateur, carece de solvencia discursiva y no sabe debatir. Pero también es cierto que Massa es un gran político. Un hombre de Estado. ¿A quién le habló? ¿Logró persuadir a segmentos opositores? ¿Se excedió de profesionalismo o mantuvo el equilibrio? Después de semejante demostración de fortaleza intelectual, suena anecdótico profundizar esos interrogantes. El televidente se llevó una pésima imagen de Milei. El que estaba indeciso no se convenció y el que pensaba votarlo desistirá de hacerlo. Hubo un claro ganador que impuso su agenda. Las réplicas del libertario terminaron siendo tibias. En ningún momento se presentó como el candidato del cambio y desaprovechó la oportunidad de referirse a la situación económica. Balbuceante en política exterior, confuso en derechos humanos y convivencia democrática, primario en salud y educación, impreciso en seguridad, decoroso en trabajo, optó por sostener un liberalismo de centro de estudiantes, cuando el país pide a gritos una salida amplia, abarcadora, de unidad nacional. En síntesis, lo que propone Sergio Massa, el próximo presidente de los argentinos.

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